– Gabriel Eduardo Ardila Carrillo, Co-Presidente GRULAC Junior 2019

Así el 2030 se vea lejano solo faltan 11 años para su llegada y todas las medidas que tomemos serán decisivas para ganar esta lucha contra el cambio climático y el declive de nuestra humanidad. En 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lanzó los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 17 objetivos que abarcan desde temas puramente ambientales como los ecosistemas terrestres y marinos, hasta temas sociales como la reducción de las desigualdades, la igualdad de género, la educación y el hambre, los cuales, están proyectados para 2030. El último de estos objetivos, el 17, “Alianza para lograr los objetivos”, es un objetivo crucial para lograr el cumplimiento de los otros, ya que llama a la cooperación entre estados, compañías y personas en pro del desarrollo sostenible. La mayoría de las naciones de nuestro continente son países en desarrollo los cuales no cuentan con los recursos ni la infraestructura suficiente para cumplir con los ODS, aquí es donde entra el objetivo 17.

El pasado 27 de septiembre de 2018, la mayoría de los países de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) firmaron  el “Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe” en Nueva York, EE.UU, el cual había sido adoptado el 4 de marzo de ese mismo año en Escazú, Costa Rica. Este es el primer acuerdo ambiental de la región y en palabras de la secretaría ejecutiva de la CEPAL Alicia Bárcena: “la región tiene buenas razones para sentirse orgullosa de este instrumento: además de ser el único tratado emanado de Río+20, (…) y el único de su tipo en contener disposiciones específicas para la promoción y protección de los defensores de derechos humanos en asuntos ambientales. Esto es de especial relevancia en una de las regiones más críticas para quienes defienden el ambiente y la tierra.”

El acuerdo es fruto de cuatro años de negociaciones iniciadas en Santiago, Chile y es considerado un hito ambiental para la región, haciendo énfasis en la base del objetivo 17, incluir a todos en estas alianzas, con el fin de que este sea un beneficio para todos y no para unos pocos. El acuerdo se enfoca principalmente en la divulgación de información ambiental a lo largo de toda la región, la protección de los líderes y lideresas ambientales, el acceso a la justicia por parte de la población civil para asuntos ambientales y la cooperación intergubernamental e interinstitucional. El artículo 11 de este acuerdo, “Cooperación”, indica que “Las Partes prestarán especial consideración a los países menos adelantados, los países en desarrollo sin litoral y los pequeños Estados insulares en desarrollo de América Latina y el Caribe.” Al igual que para su implementación llama al intercambio de prácticas, políticas y gestiones ambientales que estén llevando a cabo los otros países, un fondo de aportes voluntario y un centro de intercambio de información.

El acuerdo, a pesar de haber sido uno de sus mayores facilitadores, no fue firmado por Chile, a esa misma línea se unieron entre otros, Colombia y Honduras, dejando el número de firmantes en 16 de los 24 países negociadores. Como jóvenes consideramos que todos los países de la región deberían trabajar por la cooperación y la sostenibilidad y que es de extrema importancia la participación de cada uno de nosotros para el cumplimiento de estas metas. Colombia es un país azotado por la violencia, la deforestación, el deshielo de sus glaciares, la baja calidad del aire en varias de sus ciudades, la violación de derechos humanos y el asesinato de líderes y lideresas social, entre éstos los ambientales, y nuestro país, no solo por responsabilidad con su población civil, su responsabilidad ambiental (Colombia es hogar del 10% de la flora y la fauna del mundo, es hogar para un sinfín de especies endémicas y en su territorio tiene al páramo más grande del mundo, un ecosistema único por su capacidad de producir agua, el cual está amenazado) y su responsabilidad con el continente y el mundo como uno de los firmantes del acuerdo de París, debería acogerse al acuerdo de Escazú, al igual que aquellas naciones de la región que se obtuvieron de hacerlo. No es una decisión del gobierno de turno es una decisión de Estado que implica el futuro de unos y otros. Por eso el llamado, es una exigencia desde los jóvenes para los adultos, especialmente para los gobernantes y el orden de sus prioridades. Nosotros no somos el futuro ya estamos aquí somos el presente y ustedes deciden sobre el.